sábado, 30 de enero de 2016

¿QUÉ HAGO PARA QUE ME OBEDEZCA?

Cuando converso con algunas madres y algunos padres que están sinceramente preocupados por hacer el mayor bien posible a sus hijos y comentamos sobre el trato y consideración que los niños merecen y que son parte inherente de una crianza consciente y respetuosa, siempre surge una pregunta del lado de mis interlocutores: ¿pero y a qué hora los educas? ¿cómo les enseñas lo que está bien y lo que está mal?

Esta es sin duda una preocupación legítima de los padres, siempre nos han dicho que el mejor legado que les podemos dejar a los hijos es una buena educación y es verdad. El problema es qué es aquello que consideramos “educación”. En la mayoría de casos el concepto de educación viene dado por lo que a nosotros nos enseñaron y básicamente por la forma en que a nosotros nos “educaron”.

Para verlo mas claro, hagamos un pequeño listado de algunas de las características que tendría un niño al que generalmente consideramos educado:

  • Obedece siempre a sus padres
  • Obedece a sus maestros y otros adultos de su entorno
  • Saca buenas calificaciones
  • Hace todos sus deberes
  • Colabora en las tareas de casa
  • Comparte sus juguetes con todo el vecindario
  • No pelea con sus hermanos
  • Es amable y cordial con todas las personas
  • Come todo lo que se le sirve
  • Es independiente



Si con una mirada serena pero muy honesta, profundamente honesta, nos detenemos a observar y desmenuzar cada una de estas “virtudes” podremos descubrir que todas ellas tienen una cosa en común: facilitan la vida del adulto.

Hablemos hoy de la obediencia.

Estas características son consideradas virtudes o señales de ser “educado” porque el niño que las cumple dará muy pocos dolores de cabeza al adulto que los cuida. Así el niño que obedece siempre, será un encanto a la hora de pasar tiempo con él, porque si le digo “ven” viene, “tráeme esto” lo trae, “cállate” se calla, “siéntate” se sienta, “come” pues come. Para ser sinceros, cualquier persona de cualquier edad que tenga tal grado de docilidad ante nuestros pedidos, nos resultaría bastante útil. Sin embargo ante un niño tan obediente, cabe preguntarse ¿por qué obedece? ¿realmente obedece porque es muy educado? ¿y qué es estar educado? ¿estar educado es sinónimo de obedecer? Yo en lo personal no lo creo, porque los adultos rara vez somos “obedientes” y es más entre los adultos pocas veces nos damos órdenes; y cuando aparece alguien que es muy mandón y se pasa la vida dándonos órdenes, lo aborrecemos, nos fastidia, no goza de nuestra simpatía (ayyy que opinarán nuestros hijos de nosotros!); entre adultos nos pedimos las cosas de favor. Y cuando nos topamos con un adulto sumiso que nunca es capaz de decir que no, que se esfuerza por complacer a todo el mundo, que no tiene opinión propia y todo lo hace y dice en función de los demás, no consideramos exactamente que sea alguien “muy educado”, mas bien solemos calificarlo de tonto, sumiso, mandilón y mas. De hecho, tan poco deseable es la obediencia en la vida adulta, que con frecuencia damos y recibimos consejos del tipo: “no dejes que te mangonee” “que no te domine” “te está manipulando, no le hagas caso” “haz lo que tu quieras, no lo que ellos te dicen” “no tienes por qué hacer todo lo que dicen tus amigos” “si tu novia no quiere venir que no venga, pero ven tu”.

Todos estos consejos, que muchos de nosotros hemos dado y recibido, reflejan que no consideramos aceptable que una persona se deje dirigir por otra y que lo deseable es que cada uno haga lo que desea hacer. Aunque nos cueste reconocerlo la verdad es que muchos, muchísimos, de nosotros con más frecuencia de la que quisiéramos admitir hacemos nuestra vida en función de lo que otro quiere, de lo que otro opina, de que otro nos aplauda, de que otro nos admire, de que otro nos pague, de que otro nos dé un ascenso o un aumento, de que otros nos vean… lamentablemente casi a diario la motivación para varias de nuestras actividades y decisiones está allá, afuera de nosotros, en el otro! y muy pocas veces esa motivación está donde debería: adentro de nuestro ser, ardiendo en nuestro interior.

¿Y por qué está en el otro? porque desde siempre, desde nuestra mas tierna infancia estuvo ahí: afuera de nuestro ser. Para ordenar nuestra habitación la motivación era que mamá no regañe, para hacer las tareas la motivación era que la maestra no se enoje, para no pelear con los hermanos la motivación era que papá no castigue, y hasta hemos llegado a extremos absurdos en los que hemos ido contra la naturaleza propia del ser humano, por ejemplo: para comer la motivación no era el hambre, sino la motivación era no escuchar los gritos de mamá o papá; para ir al baño la motivación no era el natural deseo de evacuar, sino el deseo de mamá de tener al niño sentado por horas en la bacinica.



En este punto hago una reflexión ¿por qué nos pasamos la vida tratando de ser aprobados por los demás, tratando de impresionarlos y de que nos quieran? ¿por qué nos cuesta tanto hacer lo que nuestro corazón desea hacer? ¿por qué terminamos permitiendo que otros nos dirijan? ¿por qué hacemos con frecuencia, lo que hace la mayoría?. En mi opinión por dos razones: porque como ya lo he dicho, desde muy tiernos hemos aprendido a hacer lo que nos dicen que hagamos (porque hay que ser educados) y porque esa sumisión hace que poco a poco ya no seamos capaces de detectar nuestros propios deseos, nuestras auténticas vibraciones, nuestras naturales pasiones, hemos debido callarlos, ponerles mute porque estaba prohibido hacer “lo que me de la gana”, había que hacer solo aquello que los adultos permitían, después de todo era para “nuestro bien”.

Pero la verdad yo no le encuentro mucho bien a la generación de adultos que hoy tenemos y que hemos tenido desde hace un montón de generaciones y no voy a irme a los casos alarmantes de ladrones, asesinos, traficantes y demás (que sí que los hay y preocupan), pero quiero quedarme en el común, en esa mayoría a la que todos consideramos que pertenecemos; y lo que veo es gente que no sabe que quiere en la vida, que cuando llegó a la universidad no sabía que carrera coger porque no lograba escuchar sus propias vibraciones internas, que cogió la carrera con mas mercado laboral o aquella a la que fueron sus amigos o pareja, que tiene un trabajo que no los satisface, que lleva una vida con la que no es feliz, que no es capaz de pararse y tomar decisiones, que no hace cambios, que se resigna, que está convencida de que la vida es dura, que no es capaz de luchar por lo que quiere, que vive sin sueños, sin capacidad de hacerse dueños de su destino; algunos lo disimulan muy bien y dentro de sí cargan frustraciones que luego se les salen por los poros cuando se convierten en padres o cuando asumen un matrimonio; otros caminan por la vida notoriamente depresivos; otros ni siquiera son conscientes de que podrían hacerse dueños de su vida; con una sola cosa clara: la culpa es de otros, del sistema, del jefe, de la economía del país, de la suegra, de la pareja, de los amigos, de quien sea… menos de sí mismos ¡y cómo va a ser nuestra culpa si no hemos aprendido a ser dueños de nuestras decisiones! ¡si nunca nos han dejado decidir! ¡si siempre nos dijeron que hacer! ¡si cuando queríamos hacer lo que se nos antojaba éramos unos atrevidos, desobedientes y majaderos! ¿cómo? Si siempre nos direccionaron y nos dijeron qué y cómo hacer. Cómo vamos a hacer con nuestra vida lo que nosotros queramos, si ya no sabemos que es lo que queremos porque nunca nos dejaron escuchar a nuestros propios impulsos.

Entonces, si la obediencia es tan poco útil en la vida adulta ¿por qué se la exigimos tanto a nuestros niños? Porque nos facilita la vida a los adultos, ¡eso es todo!

Consideramos educado al niño que no da problema, al que no rechista, al que no se queja, al que no pelea por defender sus ideales (entiéndase juguete, golosina, jugar un rato mas, etc), al que siempre cede su puesto al otro y siempre “comparte” (entrega a otro) sus juguetes. ¿y por qué esto nos resulta tan deseable? Porque así los adultos no tenemos ningún conflicto que resolver, total que ya bastante tenemos con nuestros propios problemas.

Si nos fijamos, esto que exigimos a los niños no es lo que deseamos en nuestra sociedad adulta; por ejemplo: cuando un gobierno abusa de su poder, no se desea que el pueblo permanezca impávido aceptando los excesos de los gobernantes, al contrario los pueblos y colectivos que se han levantado en pie de lucha por sus derechos han conseguido reivindicarlos. A todos nos indigna cuando nuestros gobernantes aprovechando de su posición de poder nos perjudican y nos ponen a complacer sus poco democráticas decisiones. A todos nos indignan los regímenes autoritarios en donde los gobernantes toman decisiones sin mirar las auténticas necesidades de su pueblo. Son aquellos gobiernos democráticos que toman decisiones mirando el bien común y satisfaciendo las necesidades mas acuciantes de su gente, los que se ganan el respeto, gratitud y voto de sus gobernados. Y son aquellos que se atreven a levantar la voz y exigir lo que les corresponde quienes se convierten en líderes.

Entiendo que llegados a este punto, muchos padres puedan preguntarse lo que dije al inicio ¿entonces cómo lo educo? Yo respondería: ¡con amor! ¿Cómo conquistaste a tu pareja? ¿a puro grito y órdenes? Estoy segura de que no, generalmente cuando nos enamoramos tratamos al otro con respeto, con detalles, con momentos preciosos, con tardes de risas y salidas al cine, con días de campo y noches de películas, con chocolates y flores, con una tarjeta hecha a mano, con una caminata o un paseo en bicicleta, con viajes y días de playa, con conversaciones sinceras, con interesarte en sus problemas y en sus gustos, con escucharle, con hacerle ese regalo que tanto deseaba, con besarle antes de dormir, con abrazos, con caricias, con respeto hacia las cosas que no quiere hacer, con una resolución paciente y amorosa de los conflictos, con negociaciones para resolver un problema de modo que ambos ganen, con flexibilidad en tu agenda para compartir tiempo juntos, con amor a la hora del enojo, con respiraciones profundas que te permitan calmarte antes de actuar, con un abrazo en los momentos de llanto, con una palabra de consuelo cuando las cosas no salen como se quería, con una caricia cuando no se puede tener aquello que tanto se desea, con interesarte en las cosas y personas que le interesan, con una consciencia clara de que no hay razón para tener los mismos intereses pero sí para respetarlos...

¿Y si estas mismas actitudes las llevamos a la crianza? ¿y si damos este trato a nuestros hijos?... ¿qué reacción esperarías de ellos? ¿qué aprenderían ellos de ti? ¿qué absorberían tus hijos? ¿qué iría quedándose en ellos para su vida adulta? ¿qué recuerdos tendrían de ti cuando crezcan? ¿crees que esto podría convertirlos en unos patanes maleducados?

Si gustas, vuelve a leer la lista anterior esta vez pensando en tus hijos y toma nota de las ideas que te surjan del corazón para tu vida con ellos.

Claro que yo también quiero hijos educados, pero no creo, ni quiero, que la obediencia sea parte de los valores que imparto a mis hijos, porque no considero que a ninguna edad un ser humano deba ser obediente a otro ser humano. Si hoy mi marido me dijera: “cariño, a partir de hoy quiero que me obedezcas en todo lo que te pido” seguramente que nuestra relación entraría en crisis, ya no sería una relación igualitaria en la que ambos podamos amar y ser amados.

Discrepo con la obediencia por que anula los sentimientos y deseos de los niños y únicamente impone la voluntad de los padres. Elijo una educación en la que ellos son amados y respetados, en la que yo escucho sus puntos de vista y sus intereses, una educación en la que conversamos para llegar a acuerdos  y consensos, una educación en la que hacemos una negociación justa para todos: –“ven a comer” –“estoy jugando mami” –“¿en cuánto tiempo terminarás?” –“en 10 minutos” –“¿podrías, por favor, terminar en 5 minutos, lavarte las manos y venir a comer?” –“mejor en 8 minutos” –“si vienes en 8, talvez el tiempo no nos alcance para lo que hemos planeado hacer” –“está bien, en 5”.  Es un ejemplo en el que no hay una imposición, lo que hay es una negociación y una explicación de porqué necesito que venga en 5 minutos y no en 8 ni en 10; los niños tienen derecho a recibir explicaciones y argumentos y no una orden simplemente porque sí. Cuando les explicamos ellos comprenden nuestra necesidad y colaboran con lo que se les pide, al igual que nosotros (no somos tan diferentes), y no hay una anulación de sus intereses como podría ser en caso de que: “ven a comer” –“estoy jugando mami” – “¡¡que vengas a comer te digo!!”… aquí no hay lugar para el diálogo, aquí el niño no puede explicar sus deseos o razones, aquí la madre ha “ganado” abusando de su poder y el niño ha tenido que someterse a su voluntad, aquí la madre nunca se enterará de lo que el niño en ese momento piensa y siente, de lo que ha generado en él su imposición arbitraria y de cómo ha perjudicado la relación con su hijo; por el contrario estará orgullosa de “hacerse obedecer”; no tiene idea de cuánto ha perdido.

Creo en que hay que educar a los niños, pero desde el amor, creo que los niños deben colaborar con sus padres, pero yo prefiero que colaboren conmigo porque me aman y no porque me tengan miedo. Esta colaboración surge en los niños de manera espontánea, no hace falta imponerla, ellos solos en la medida que su edad les va permitiendo, empiezan a copiar la cordialidad con que sus padres les tratan. Que no se nos olvide, nuestros hijos aprenden con el ejemplo y si nos ven siempre tratarles con respeto y cariño ¿qué otra cosa podrían aprender?

A esto agrego que hay que comprender y respetar la edad del niño y las características propias de cada etapa, no puedo esperar que un niño de 4 años lave la vajilla luego de la cena, ni puedo esperar que mi hija de 3 años no tenga una rabieta cuando al pasar por una juguetería quiere un juguete que yo no puedo pagar, es de esperar que mi hija estalle y que llore a pulmón lleno, pero no por eso puedo decir que mi hija es una niña “mal educada”, ¡¡claro que no!! Simplemente es una niña de 3 años que desea con todas sus fuerzas un juguete y al no poder conseguirlo, reacciona de la única manera que su edad se lo permite. Impedir esa reacción de mi hija sería prohibirle expresar sus emociones y ese es otro tema que nos agobia de por vida cuando nos lo han hecho, y además impedir que grite y llore es también comodidad para el adulto que no quiere pasar un mal rato o pasar vergüenza. Elijo dejarla expresarse en la manera que necesite, yo la acompaño, estoy con ella en su frustración y la comparto,
no puedo ofrecerle ese juguete pero sí mi abrazo, mi contención, llorará mientras lo necesite (no va a llorar todo el día) y en cuanto pase de la cólera a la aflicción se aferrará a mí, nos abrazaremos, encontraremos algo de que reírnos y podremos continuar con nuestro camino. ¿Qué aprendió mi hija? Que mamá la ama, que mamá está ahí, que mamá no puede darle todo lo que pide pero siempre siempre siempre puede darle todo su amor y que nuestra relación sigue intacta aún después de haber tenido que decir un no…. Aquí aclaro que procuro decirles a mis hijos la menor cantidad de NO que me sea posible, después de todo a mí no me gustaría que mi marido, mis jefes o mis amigas se la pasen diciéndome NO a cada cosa que pido.

Cuando la crianza se ve colmada de amor, de buen trato, de respeto, de trato igualitario hacia nuestros hijos, la educación es la suma de todo esto, y un ser humano con todo esto incorporado en su SER, no puede ser otra cosa más que un ser bellamente educado. 

Daysi Arcos Argudo
daysiarcos@gmail.com

9 comentarios:

  1. Que poco te queda de aprendiz amiga mía...
    Excelente reflexión y consejos...
    Me encantas

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  2. Me encanta ese trato hacia los niños aprenden con amor y tolerancia hay que explicarles las cosas no imponerselas gracias x tus consejos muchos besos

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    1. Exacto Saray!!! En la mayoría de casos los niños son los únicos con quienes somos así de imponentes, cuando en realidad son quienes más necesitan de nuestra paciencia, amor y buen trato!

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  3. Me encanta ese trato hacia los niños aprenden con amor y tolerancia hay que explicarles las cosas no imponerselas gracias x tus consejos muchos besos

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  4. La verdad discrepo en algunos aspectos...Imagino q segun hayas enfocado la educacion recibida en tu infancia quizas veas la obediencia como algo caciquista.Pero hay q tener en cuenta el papel d los niños y el d los adultos. Los niños no han vivido lo q tu como adulto .Y si hay veces q verdaderamente nuestros propios miedos hacen q limitemos sus conductas o aptitudes. Pero no comparemos a los niños con los adultos diciendo que si nosotros tuviesemos q obedecer pq por descontado a ti tus padres t han enseñado un modelo d conducta y llegada a una edad tu decides seguir esto o elegir otra forma. Pero un niño q no tiene experiencias, q no conoce aun muchas cosas quizas por su manera inocente de vida no puede decidir si hace o no deberes , si come o no su comida , pq tu tampoco eliges si hacer o no d comer y tampoco si trabajas o no. Esto tampoco es ser obediente esto es tener responsabilidades cosa q por desgracia a muchos niños les falta a dia de hoy . Y como no , sin olvidar de todos los derechos q exigen pero como podemos comprobar en este texto pocas obligaciones. Es decir q también el hecho d q un niño sea obediente es malo¿?. Siempre y cuando tú l marques a tu hijo las pautas d obediencia cuando sea mayor entenderá lo q debe obedecer o no . O es q a dia d hoy todas las mujeres o hombres por haber sido obedientes somos sumis@s ¿? Pienso q es maravilloso ser niño y no adulto, y q la educacion de nuestra generacion es bastante mas eficaz q la de hoy dia . Un saludo

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    1. Conchi, no es verdad que "llegada una edad tu decides seguir esto o elegir otra forma", mientras somos niños aprendemos patrones que nos acompañan la vida entera, si siendo niña tuviste que obedecer ciegamente para recibir amor (evitar golpes) crecerás haciendo lo mismo, es algo inconsciente pero lo cierto es que la mayoría de adultos se pasa la vida buscado la aprobación de otros, incapaces de tomar decisiones por cuenta propia: salir de una relación dañina, cambiar de trabajo, emprender, etc... el miedo a fracasar y ser juzgado está ahí, no se va tan fácil como tú dices, a menos que tomes mucha consciencia y pases por procesos de sanación y/o terapia, los cargas la vida entera.

      Fíjate que tampoco he dicho que los hijos no deban hacer la tarea o no deban comer, lo que digo es que todas esas cosas importantes se pueden y se deben enseñar desde el respeto y no desde la imposición. Entiendo que la Crianza Respetuosa aún sigue costando mucho, pues la forma de "educación" que tenemos grabada a fuego es muy distinta y se asusta ante el hecho de que el adulto "pierda el control", nos cuesta dialogar con los niños y respetarles como los seres inteligentes que son, no hemos aprendido a confiar en ellos, en verdad creemos que los adultos somos los dueños de la razón y la verdad, y no siempre es así.

      Criar a un niño respetándolo no es criarlo sin obligaciones, es simplemente ayudarlo a entender el porque de esas obligaciones y acompañarlo, mientras lo necesite, para que las cumpla. Así crías a una persona que sabe reflexionar y entender y no simplemente obedecer porque sí. En la forma que tu explicas Conchi, dudo que el niño desarrolle un criterio para realmente entender a que "obedecer" y a que no. ¿Que si el hecho de que un niño sea obediente es malo? Sólo diré que jamás vemos a un adulto orgulloso de decir "yo soy obediente"... la obediencia no es una virtud en la vida adulta ¿porqué en la niñez si lo es? por que da comodidad al adulto, nada más.

      Finalmente decirte que aquella generación que, según tus palabras, recibió una educación más "eficaz" es la generación que hoy tiene las riendas de nuestras sociedades y ¿cómo están nuestras sociedades? pues bastante mal, los padres de hoy criados con el "eficiente antiguo modelo" están siendo incapaces de ser asertivos en la crianza de sus propios hijos.... así que la vieja escuela no fue tan buena como muchos pretenden.

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  5. La verdad discrepo en algunos aspectos...Imagino q segun hayas enfocado la educacion recibida en tu infancia quizas veas la obediencia como algo caciquista.Pero hay q tener en cuenta el papel d los niños y el d los adultos. Los niños no han vivido lo q tu como adulto .Y si hay veces q verdaderamente nuestros propios miedos hacen q limitemos sus conductas o aptitudes. Pero no comparemos a los niños con los adultos diciendo que si nosotros tuviesemos q obedecer pq por descontado a ti tus padres t han enseñado un modelo d conducta y llegada a una edad tu decides seguir esto o elegir otra forma. Pero un niño q no tiene experiencias, q no conoce aun muchas cosas quizas por su manera inocente de vida no puede decidir si hace o no deberes , si come o no su comida , pq tu tampoco eliges si hacer o no d comer y tampoco si trabajas o no. Esto tampoco es ser obediente esto es tener responsabilidades cosa q por desgracia a muchos niños les falta a dia de hoy . Y como no , sin olvidar de todos los derechos q exigen pero como podemos comprobar en este texto pocas obligaciones. Es decir q también el hecho d q un niño sea obediente es malo¿?. Siempre y cuando tú l marques a tu hijo las pautas d obediencia cuando sea mayor entenderá lo q debe obedecer o no . O es q a dia d hoy todas las mujeres o hombres por haber sido obedientes somos sumis@s ¿? Pienso q es maravilloso ser niño y no adulto, y q la educacion de nuestra generacion es bastante mas eficaz q la de hoy dia . Un saludo

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  6. A mi me ha parecido genial
    No se trata de obedecer porque si, sinl de entablar un diálogo, la explicación ya enseña al niño las cosas que le quedan por aprender.
    Se trata de pedir que hagan algo, no de dar órdenes.
    Yo siempre digo: la dictadura murioy con Franco, estamos en una democracia.
    Sin embargo llevamoS el autoritarismo grabado a fuego en la educación.
    Ya es hora de cambiar
    A mi tampo o me gusta que me den ordenes

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