Mi hija Eimi de 4 años, quien se maneja bastante bien en el
agua, estaba tomando un baño en la bañera yo la observaba como de costumbre,
cuando se acercaba la hora de terminar el baño me aseguré de que el nivel de
agua fuese el adecuado y que el grifo estuviese cerrado y fui por unos minutos
a otra habitación para buscar un par de toallas, al volver casi no podía creer
lo que veía: mi piso de madera del vestidor que se encuentra afuera del baño
estaba inundado y el agua seguía corriendo, pregunté a mi hija si sabía que
había sucedido y con su carita de susto me dijo que no lo sabía, pensé que
estaba igual de asustada que yo por la cantidad de agua que corría por nuestro
pasillo y se dirigía hacia las habitaciones, me apresuré, corrí por una cubeta
y unos trapos, secaba el agua tan rápido como podía, mientras no lograba
entender que había pasado, pensé que quizá alguna tubería se reventó, algo se
rompió en el desagüe, alguna falla hubo en la bañera; mi hija no podía haber
regado con sus manos tal cantidad de agua, pensaba yo. Saqué a mi pequeña de la
bañera, la abrigué en la cama, y seguí secando. Mientras tanto ella me
preguntaba repetidamente: “mami ¿por qué se regó el agua?” al principio me
pareció que estaba tan preocupada como yo por la pequeña “inundación” que nos
sorprendió.
Mientras continuaba con la inesperada tarea, vi que dos
cubos que tenemos junto a la bañera estaban llenos de agua calientita, era agua
de la bañera que no había ido a parar en los cubos mágicamente, entonces supe
que mi hija tuvo no sólo algo, sino TODO que ver con nuestra nueva laguna de
interiores. Después da varios minutos de trabajo, al fin conseguí secarlo todo.
Me acerqué a mi niña que para ese momento ya se había
vestido y tuvimos esta conversación:
Mamá: “Eimi, encontré agua en los cubos que están junto a la
bañera, eso me muestra que de algún modo el agua estuvo saliendo de la bañera
¿tú sabes cómo fue que el agua salió”
Eimi: “El agua se salió solita”
Mamá: “De modo que el agua salió solita”
Eimi: “Sí, se salió solita haciendo olas”
Mamá: “¿Y cómo fue que el agua pudo hacer olas?”
Eimi: “El agua hizo así: pppssshhhh” y con sus manos me
indicaba el movimiento de olas que el agua había hecho
Mamá: “¿Tú ayudaste al agua para que pueda hacer olas?”
Eimi: “Sí, yo la ayudé saltando con todo mi cuerpo sobre el
agua para que se hagan olas grandotas”
En ese momento supe lo que había sucedido y me di cuenta de
que mi hija necesitaba entender que era lo que sucedía cuando hacemos “olas” en
la bañera, supe que sería inútil gritar sobre el agua derramada, lo realmente
útil era enseñarle las consecuencias de lo que había hecho y ayudarla a
conseguir un aprendizaje que le sirva de ahora en adelante. Después de todo
nunca antes habíamos hecho “olas” en la bañera y nadie le había enseñado nada
al respecto. La conversación continuó:
Mamá: “Eimi, cuando hiciste olas ¿crees que salió poca o
mucha agua hacia el piso?”
Eimi: “Yo creo que salió poca”
Me di cuenta de que Eimi en realidad no sabía la dimensión
de lo que había sucedido, en un instante entendí también que ella no tenía por
qué saberlo pues no lo vio; el gran desastre estaba afuera del baño y ella
estaba dentro, cuando la saqué la cubrí hasta la cabeza (ojos incluidos) con
toallas para protegerla del frío y la dejé en la cama, así que Eimi nunca vio
lo que en realidad había pasado, sólo escuchaba mis expresiones de susto. Era
necesario mostrárselo, las huellas de humedad aún eran evidentes.
Mamá: “De modo que piensas que salió poca agua”
Eimi: “Sí, yo pienso que salió poca”
Mamá: “Eimi ven conmigo, hay algo que quiero mostrarte” la
llevé al vestidor y al baño y señalándole las grandes marcas que el agua dejó
le dije:
Mamá: “Mira hasta donde llegó el agua, mojó nuestro piso de
madera hasta acá, mira que lejos del baño el agua llegó, mira por este otro
lado, todo esto se llenó de agua, mira dentro del baño, absolutamente todo el
cuarto de baño se mojó y mira cuánta agua hay en los cubos. ¿Eso te parece
mucha o poca agua?”
Eimi (sorprendida): “Mucha, mucha agua”
Mamá: “Mucha agua adentro de nuestra casa ¿le hace bien a la
casa o le hace daño?”
Eimi: “Le hace daño a nuestra casita”
Mamá: “¿Te gusta que algo le haga daño a nuestra casita?”
Eimi: “No, no me gusta que le haga daño. Pero nuestra casita
no tiene boca”
Mamá: “Es verdad, no tiene boca. ¿Y si la casita no tiene
boca, quienes tienen que cuidarla?”
Eimi: “Las personas”
Mamá: “Sí cariño, es cierto. ¿Qué personas viven en esta
casita?”
Eimi: “Tú, papi, mi ñaño y yo”
Mamá: “Entonces ¿quiénes son las personas que deben cuidar
nuestra casita?”
Eimi (sonriente y entusiasmada): “¡Nosotros!”
Mamá: “Sí mi amor, nosotros. ¿Te parece que hacer olas en la
bañera que riegan el agua hacia el piso, es cuidar la casita?”
Eimi: “No, eso daña la casita, no lo volveré a hacer nunca
jamás”
Mamá: “¡Wow Eimi! Hoy has aprendido algo muy importante.”
Sus bracitos rodearon mi cuello y yo la abracé entera,
sintiéndome feliz por el aprendizaje útil que mi hija acababa de adquirir,
feliz por haberla acompañado en ese aprendizaje y feliz por comprobar una vez
más que el camino para la verdadera educación, esa educación que sirve para
toda la vida, es el camino de la empatía, del diálogo, del respeto, del amor.
Ojalá hubiese tenido una cámara en el momento mismo que todo sucedía, ojalá
hubiese podido hacer un video de esta conversación, me habría encantado
mostrarlo al mundo, porque me duele en el alma cada vez que un video o foto de
un padre o madre que humilla públicamente a sus hijos es tan aplaudido en las
redes y con ello sigue fomentando la cruel creencia de que para educar a un
niño hay que ignorar sus sentimientos, juzgarlos y presionarlos hasta que hagan
exactamente lo que sus padres quieren.
Parecería que hemos olvidado cómo nos sentíamos cuando
siendo niños éramos tratados de ese modo y lo que es peor pensamos que A MÍ NO ME TRAUMARON, A MÍ ME EDUCARON, espero
que testimonios como éste y tantísimos otros nos acerquen a una crianza más
respetuosa y llena de amor con los niños de nuestra vida.
Daysi Arcos
Coach de Familia e Inteligencia Emocional
Crianza Consciente y Respetuosa
mamialamedida@gmail.com
WhatsApp +593 998825873
Cuenca.
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